querido seas

Contesto por aquí al texto de Andreu. Metida en este berenjenal.
Lanzo las palabras al alto, como una botella al inmenso mar de internet. Y que navegue hasta donde pueda.

Una vez tenemos las necesidades básicas cubiertas, efectivamente nuestra siguiente búsqueda es sentirnos queridos.

Cuando tu trabajo se nutre de ese cariño, esa necesidad pasa a igualarse con la parte baja de la pirámide.
Lo material no es importante. Estamos de acuerdo. ¿De que me sirve tener un cochazo si no me lleva hacia nadie?. Puedes ser rico y sentirte pobre por dentro porque te falta esa cúspide de la vida.

No es el caso.
Andreu no tiene cuerpo de estar pasando hambre, y por cariño puede estar bien tranquilo. Tiene gente que le quiere suficiente como para tirarse en plancha sobre un abismo y que la multitud le frene sin un rasguño.
Eso se consigue con trabajo, con coherencia y humanidad. ¿No es digno de admiración?. Yo diría que sí. Igual que se admira al carnicero porque da ese corte perfecto que deja el filete tierno, o al médico que te mira de medio lado y ya sabe tu diagnóstico y tratamiento, o al adolescente que le resuelve una última duda a un compañero antes de entrar a un examen. Todo lo que se hace desde el cariño y para formar cariño, es digno de admiración.

Y es por eso que admiro a Andreu.
Porque ha sabido mantenerse coherente y lógico con sus valores a la hora de trabajar.
Porque es un crack encontrando joyitas de cómicos y otros artistas.
Porque a base de trabajo salvó esa falta de "preparación" para convertirse en el referente del medio actual.
Porque, aunque tenga ese gran muro personal con los seguidores, a veces deja esas pequeñas puertas abiertas para que podamos observar. Y sin meter mucho la cabeza, pienso "el undécimo, no estorbar".

En cuanto al programa, no admiro la persona, requeteadmiro el equipo que lo hace posible. Si a la cadena le quitas un eslabón, se escapa el perro.
De momento parece que tira, y me alegro un montón. Aunque sea crítica en algunos momentos, bueno... nadie es perfecto.

Una última razón de lógica aplastante para rebatir su falsa modestia: nos mejora la base de nuestras pirámides. Te queremos y punto. ¡Zasca!