Creo que ya hablé de esto en alguna ocasión pero si él recae en el tema, tengo que contestar. Soy mujer, lo de quedarme callada es superior a mi.
Me refiero a su entrada del blog: famoso anda suelto.
Muchos son los famosos que se quejan de ese supuesto precio a pagar por ser popularmente conocidos. El agobio de los fans o de personas que simplemente los reconocen y quieren un recuerdo.
No me extraña. Demasiado alto el precio del aprecio. Al fin y al cabo sólo es un profesional ejerciendo su labor; es un funcionario del humor. Como si una trabajadora social tuviera que ir por la calle haciéndose fotos con la gente por haber tramitado la ley de dependencia a un share de la ciudad.
Lo entiendo y por ello pido perdón.
Perdón por la parte que me toca. Por haber participado de ese espectáculo de vida interrumpida. Mi cabeza repite constantemente "el undécimo, no estorbar", y mi corazón recae en el pecado.
Perdón por esa foto sin mediar palabra porque tenía los ovarios de corbata.
Perdón porque encima paso de las fotos y sólo eran la excusa para sentir ese instante de cercanía, de realidad.
Perdón por esas firmas-dibujo que me hicieron llorar de alegría.
Perdón por esos segundos de incordio traducidos en años de agradecimiento.
Perdón por las frikadas de actos cometidos (uff, qué vergüenza, nunca arrepentimiento porque sin ese pasado no habría este presente).
En El culo del mundo dice Silvia que al menos cuando le paran es por algo positivo, es cariño. (O algo así, que no me apetece ponerme a buscar por el dvd las palabras exactas). ¡Claro!, es que si encima muchos fueran insultos o sandeces, sería intolerable. Visto desde ese prisma es como pensar que puedes ahogarte en una gota de agua. No, ¿verdad?
Somos sólo gotas. Somos causantes de incómoda humedad o salpicaduras de frescor, según el día y el momento.
Gota tras gota, lloviendo cada día, ¿a que ahí sí te puedes ahogar?
Pues eso. Perdón por ser una de esas gotas tal vez causantes de la hipoxia.
Mientras, seguiré disfrutando de su trabajo, y seguiré enorgulleciéndome de sus logros personales desde la distancia del anonimato. ¡Ooh, el anonimato! ¡Chincha rabiña!
Perdón y mil veces perdón (vale, 2 ó 3, que son las veces que lo vería de cerca).
Perdón y sobretodo perdón porque seguramente volvería a pecar. La necesidad contra el remordimiento.
Y después de todo el perdón, un enorme GRACIAS.
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